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Cuando la bruja Ezme nos abordó en el mirador de Fleix-Campell aquello me dió muy mal fario.
Habíamos detenido el coche en aquel lugar para echar un vistazo al cauce del Girona, tras las últimas y devastadoras avenidas del mes pasado, con el fin de evaluar la proxima visita al barranc del Infern.
Tomás disfrutaba contandonos sus aventuras y desventuras en el descenso del barranco d’Oms. Junto a su amigo “el bombero” habían logrado el honor de ser los primeros en bajarlo con agua, pero se vieron atrapados por lo nunca visto: el abandonado pantano de Isbert lleno hasta los topes.
No era como me la había imaginado, sensual y arrebatadora como sugiere Joaquin Borrell en su extraordinaria novela “Caballo Verde“. Más bien parecía recien salida de un cuento de los hermanos Grim. De haber sido como aquella, no hubieramos dudado ni un momento en acompañarla a Benimaurell como nos pedía. Todos deseábamos conocer su cabaña junto a la fuente de Cambusot y que mejor que ella para guiarnos por las crestas del Cavall Verd, la montaña mítica donde se refugiaron los últimos moriscos y escenario principal de la novela de Borrell.
Declinamos el acompañarla y nos lanzamos montaña abajo hasta los últimos riscos sobre la presa de Isbert. Después de todo, por aquí fue por donde se colaron los primeros soldados que cruzaron el inexpugnable valle.
Tras comprobar el nivel que las aguas habían alcanzado y evaluar lo que podríamos encontrarnos el domingo que viene, en el descenso del barranc hasta la Cueva Santa, decidimos que ya era hora de encaminarnos al objetivo del día: la travesía de la serra del Penyal de Laguar ó como yo prefiero nombrarla en honor a sus dos grandes peñones: La serra del Cavall Verd. Nos encaminamos a Benimaurell, donde comienza un sendero no muy publicitado (el PRV 181, quizás no homologado) y que debía ser el que nos mostrara el mejor camino a la cima. Antes de llegar volvimos a encontrar a Ezme que nos echó una mirada nada tranquilizadora. Y como si fuera una maldición, al poco ya habíamos perdido las marcas de señales amarillas. La sierra se mostraba impenetrable por los poderosos cantiles y lo enmarañado de la vegetación. A duras penas encontramos una pequeña canal que nos condujo a una inmensa ladera de matorrales y bancales abandonados.
Tras comprobar el nivel que las aguas habían alcanzado y evaluar lo que podríamos encontrarnos el domingo que viene, en el descenso del barranc hasta la Cueva Santa, decidimos que ya era hora de encaminarnos al objetivo del día: la travesía de la serra del Penyal de Laguar ó como yo prefiero nombrarla en honor a sus dos grandes peñones: La serra del Cavall Verd. Nos encaminamos a Benimaurell, donde comienza un sendero no muy publicitado (el PRV 181, quizás no homologado) y que debía ser el que nos mostrara el mejor camino a la cima. Antes de llegar volvimos a encontrar a Ezme que nos echó una mirada nada tranquilizadora. Y como si fuera una maldición, al poco ya habíamos perdido las marcas de señales amarillas. La sierra se mostraba impenetrable por los poderosos cantiles y lo enmarañado de la vegetación. A duras penas encontramos una pequeña canal que nos condujo a una inmensa ladera de matorrales y bancales abandonados.
Eramos los cristianos y en el asalto sufrimos más que un nazareno. ¡Que se lo digan al amigo Tomás que se llevó una buena corona de espinas en sus manos, cara y brazos! Seguro que si Ezme hubiera sabido de nuestras buenas intenciones hubiera aparecido y le habría calmado con sus hierbas medicinales. Solo servían de consuelo para su dolor las maravillosas vistas que se iban descubriendo a medida que ascendíamos. Yo no podía apartar la mirada del inmenso tajo del Barranc del Infern o del Cel, como ya le llamé un día. Me estremecía la solo idea de la aventura que nos espera el día 25 (me aterroriza y me ilusiona como si mi mente se dividiera como la del doctor Jekill y Mister Hyde).
Cuando llegamos a la cresta la impresión es de las que no se olvidan en la vida: todo un ejército de poderosas montañas presentaban sus armas en marcial formación. A un lado, el precioso valle de Pop flanqueado por el Coll de Rates, la sierra del Carrascal de Parcent y el Cocoll. Tras ellas, la Xortá, el Castellet y la Serrella. En tercera línea de formación la poderosa Aitana. A nuestras espaldas la sierra de la Carrasca y hasta el Montcabrer. Por la izquierda las sierras de Segaria y Migdía, el Almiserá, la Foradada, el circo de la Safor, el Montduver y hasta la serra de Les Raboses de Cullera. Al frente, tras los peñones del Cavall, el imponente Montgó y todo el valle de la Marina Alta, el mar y hasta Ibiza se aupaba a saludarnos.
Cuando llegamos al punto más alto y tras las fotos de rigor no pude dejar de sentarme en unas piedras que la naturaleza caprichosamente había diseñado en forma de sillón, a modo de trono y desde donde Mellini debió dar sus últimas ordenes antes de irse a morir a la batalla del Pla de Petracos. Allí sentado, embriagado por la poderosa panorámica no puede dejar de maldecir a Felipe III y al duque de Lerma, al marques de Caracena y a Juán de Ribera (lo del “san” de delante lo he quitado con toda la intención, nunca nadie mereció con más motivo bajar de los altares que tan intolerante personaje). ¡Yo también me hubiera dejado morir aquí! Escoltado por Martín Vallalta y Mellini II me dejé bajar para llevarme a galeras. Menos mal que resultaron ser mis amigos Tomás y Jose que me ayudaron a superar los últimos obstáculos aéreos y en realidad me llevaban al pueblo a por una buena cerveza.
No todo había acabado allí y hasta el suelo se hundió a nuestros pies muy cerca de la cabaña de Ezme. Quise contemplar por última vez el Cavall, sentir lo mismo que ella antes de ser conducida a la muerte a las Torres de Serranos: la noche había caído y solo pude adivinar la silueta del Cavall. De repente, tras la cresta apareció la luna, nos guiñó un ojo y socarrona adoptó su forma ¡de la media luna! P.D: mirad si hablaba yo de mal fario al principio de la crónica, que cuando ya la tenía medio acabada, un virus la ha hecho desaparecer y he tenido que reescribirla de nuevo. No importa, A Ezme se lo consiento todo.
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2007_11_15 El Cavall Verd |
17 comentarios en “Benimaurell – El Cavall Verd”