La Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Voy a tener que pedirle a Tomás que no vuelva a venir con nosotros. Como decía un viejo amigo común nuestro, ¡¡¡A LA MONTAÑA SE VIENE A LA MONTAÑA!!! Y eso que fue una gozada el reencontrarse despúes de tantos meses de duro trabajo. Y curiósamente nos sirvío de talisman después de pasar tantas penalidades este invierno en la montaña. ¡Salió el sol y tuvimos un día magnífico! Pero no fue el sol el culpable de que subiera tanto la temperatura en Aitana el sábado pasado.
Dicen que puedo presumir de conocer bastante bien la montaña valenciana. Pero os puedo asegurar que al lado de los conocimientos que tiene el amigo Tomás del mundo del sexo, me hacen sentirme un dominguero en esto del senderismo. El día que este chico se siente delante de un ordenador a intentar transmitir toda su sabiduría sobre el tema que le apasiona en una página de Internet, el contador de visitas de la página seguro que revienta. Este chico haría avergonzar de ignorancia a la doctora Ochoa y a la mismísima Lorena Berdún.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Mirad a que nivel iría la cosa, que cuando subimos a la montaña más alta de Alicante, que como sabéis, tiene la cima tomada por una base militar y unas antenas de televisión, yo ya no veía las inmensas esferas de los radares, sino las inmensas tetas siliconadas de Aitana, los falos de Retevisión, las profundas vaginas de las simas de Partegat… ¡con su punto «G» del «Pas de la Rabosa!»…
Está claro que yo solo le soy infiel a mi mujer con las montañas pero nunca había llegado tan lejos como el sábado, que estuve todo el día como aquel que se tomó tres viagras y acabó en un hospital después de no sé cuantas horas de erección. Menos mal que la ruta era cortita, si no ¡a ver como se lo cuento yo al médico de la federación!

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Hacía tiempo que quería ir a Aitana. Su teórica lejanía siempre me había parecido un inconveniente. Yo pensaba que tenía que ir hasta Altea para luego tomar la carretera que remontaría el Valle de Guadalest. El caso es que, a pesar de la belleza del posible recorrido, me daba una pereza enorme el pensar en las posibles horas invertidas. Una casual conversación con un amigo camionero me encendió todas las luces.
-«No, hombre, no. Para ir a Aitana, mejor que cojas la autovía hasta Concentaina, te desvías a Benilloba y luego por el puerto de Confrides, en menos de lo que crees, te plantas allí.»
Tenía razón el condenado. En horita y media ya estábamos en Benifato, a los pies de la sierra. Me hubiera gustado iniciar la ruta desde el mismo pueblo, para haberle podido coger mejor el pulso a la montaña, con sus casi mil metros de desnivel. Pero, cuando estaba preparando las posibles opciones del recorrido por Aitana, me encapriché de la arrebatadora presencia del castillo de Confrides, en una fenomenal peña llamada «La Cua del Bacalla». Asi que hicimos la mitad de la subida en coche y nos plantamos en la font de Partegat, a fin de que nos diera tiempo de visitar el castillo.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     En ese agradable paraje nace el bautizado como «sendero botánico del Pas de la Rabosa», perféctamente indicado y que nos permite realizar una recorrido circular por los lugares más emblemáticos de esta fenomenal Sierra. Aunque, como siempre, lo hicimos a nuestro modo. El sendero se va por la izquierda de la fuente pero nosotros decidimos hacerlo por la derecha, por una empinada canchalera… o pedrera… como queráis llamarla.
Debíamos subir en silencio y midiendo el esfuerzo, y por detrás ya se calentaba el ambiente con una lección magistral sobre las relaciones entre el sexo y la astrología. ¡Creedme, algo digno de la lectura de una tesis en la Sorbona!
Salimos al encuentro del sendero indicado, que cruza la pedrera después de un fenomenal rodeo, que nosotros habíamos evitado.
Sin posibilidad de error, el camino sigue subiendo mientras se abren los grandes paisajes de la Marina Baixa. La Serrella,… ¡mi Serrella!, la Aixorta, ¡mi Bernia luciendo su mejor fisonomía!, ¡Ibiza!, el Montgó, la serra del Carrascal de Parcent, el valle de Guadalest, mi Mariola, mi Montcabrer…¡cómo me estaba subiendo la adrenalina!
-«Pues yo estuve en una reunión de un tuper-sex y me enseñaron…»
Yo alucinando con mis montañas y

¡a estos si que les estaba subiendo la adrenalina!

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Llegamos sin ningún problema a la Font de Forata, a los pies mismo de la cima de Aitana. Me sorprendió que sobre la ladera oeste se derramara un espeso bosque, caro de ver ya en estas altitudes y, casi que puedo decir, en estas latitudes. Pero nosotros habíamos elegido subir por la ladera este, mucho más accidentada y con un componente mucho más montañero… por el singular Pas de la Rabosa, a los hombros de la preciosa Peña Forata ó Foradada, como la queráis llamar. Nuevamente, sin posibilidad de pérdida, llegamos a los pies del único paso posible: el mítico Pas de la Rabosa, donde después de trepar por un giganteso derrumbe de rocas, accedes sin ningún problema por una estrecha grieta, el citado paso, hasta la parte alta de la Sierra. Conviene ir atento a las marcas que siempre te llevan por los pasos más accesibles, y hasta un niño sería capaz de hacerlo.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Por detrás, Tomás seguía impartiendo su magisterio a sus más aventajadas alumnas mientras éstas escuchaban con una sonrisa complice de «si yo te contara»…
-«pues en ese momento, contraéis el músculo de…y bla, bla, bla…»
Ibamos tan entretenidos que no estuvimos atentos a las marcas y acabamos escalando por inmensas piedras suspendidas en el vacío. Aquello cada vez se iba complicando más y no aparecía el dichoso «Pas de la Rabosa».
-«Para hacer la postura del helicoptero hay que…»
-«¡Helicóptero, helicóptero, en helicóptero nos van a sacar de aquí como no estéis en la faena…!» les dije mientras me aupaba con dificultad sujeto como una lapa a una roca.
Al final, a la que nos dimos cuenta, ya estábamos arriba y sin pasar mas que por el final del Pas de la Rabosa.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     El espectáculo natural te quitaba la respiración. Esta inmensa montaña es como si hubiera padecido un gigantesco cataclismo y se presenta enormemente fragmentada en fallas que parecen que la van a partir en dos; las inmensas simas de Partegat, con sus casi cien metros de profundidad… los grandes peñones del perfil de la sierra, con la sensación de que se van a desmoronar sobre el valle en cualquier momento. Sobrecoge la enorme fuerza de la Naturaleza, a la que te parece haber encontrado tomándose un descanso y contemplando la faena hecha.
-«..y entonces, te pones un hielo en la boca y…»
-«¡Callaaaaa!» le grité desesperado. «¡Vas a hacer que hasta Aitana se estremezca y todo sea que nos acabe  tragando la tierra!»
Durante unos minutos, reinó el silencio y abordamos las últimas rampas hasta la cima. Si ya el paisaje que se nos había abierto en la subida era grandioso, no te digo ya cuando tuvimos una vista perfecta de trescientos sesenta grados. Estabamos en el punto más alto de Alicante y a mí me importaba un pepino la famosa base militar. Mis ojos ya no estaban pendientes de ella sino de la inmensidad que se abría a nuestros pies. El viento de los anteriores días había despejado de tal manera la atmosfera que podíamos divisar perfectamente desde la Calderona y la ciudad de Valencia hasta los confines de Murcia. Y ya no solo las montañas del norte que os he nombrado hace un ratito: detrás de Aitana teníamos el macizo del Cabeçó d’Or, las peñas de Sella, Alicante capital, Tabarca, el Divino, el Ponoig, la cara oculta del gigante Puig Campana, el Maigmó, la Silla del Cid… En fin, para qué seguir recitando…¡todo!…si estábamos en el lugar más alto y sin nada que se nos cruzara en la mirada…Pasé minutos concentrado en el soberbio panorama…

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     -«Pues si quieres volverlo loco, cuando estés encima de…»
Era Tomás, que con sus palabras me devolvía a la realidad; bueno, casi que en algunos momentos, a paisajes sexuales de ciencia ficción.
-¡Hala, vamos, que aún nos queda mucho camino!
Nos dirigimos hacia el este, por todo el perfil de la sierra, hasta la Penya Alta, la segunda mayor altitud de la sierra, asomada sobre inmensos precipicios de cientos de metros de caida libre. Era curioso observar como grandísimas montañas, que asustan solo de verlas cuando estás a sus pies, quedabán reducidas a pequeños accidentes en el paisaje, caso de un pico emblemático como El Divino, con sus mil y pico metros y su divina cresta. Solo por ver el Puig Campana a una mayor altura que su pico, ya merece la pena llegar hasta aquí.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Seguimos todo este balcón de Alicante hasta muy cerca del Portet de Tagarina, donde nos aguardaba la guinda final de este enorme festín: una meteórica pedrera que en veinte minutos te deja en la Font de Partegat. En otro momento me hubiera ido hasta la pista que recorre el Portet y que con sus habituales revueltas nos hubiera entretenido bastante más en la bajada. Pero yo ya rompí mi carnet de ecologista hace quince días en Bernia y por nada del mundo me hubiera perdido esta sesión de esquí senderista.
-¡Clavad tacones para no caeros! grité a las chicas, pues me daba miedo que pudieran bajar rodando!
-«¡tacones! no hay nada mejor que beber champán en un zapato de tacón de una mujer mientras….bla, bla, bla…
-«¡Incorregible!, pensé…

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Cogimos el coche y por una pista nos fuimos hasta el castillo de Confrides. En una curva a sus pies, encuentras el sendero de subida que en menos de media hora te deja a los pies de sus muros. No queda mucha gran cosa, apenas un par de torres y un lienzo de la muralla, pero su diseño, aprovechando hasta el último palmo de tierra sobre el inmenso vacío y rodeado de rocas espectaculares, le confiere un aire de grandioso dominio y un mirador de primera categoría al valle de Guadalest y la inmensidad de la Sierra de Aitana.

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Nos sentamos melancólicos admirando la belleza del enorme paisaje y repasando las principales aventuras del día. Fue entonces, cuando por primera vez en el día, se me aproximo el amigo Tomás:
-«Ostras, Paco, ¡ésta si que ha sido una ruta excitante!»
-«Si, si,…sobre todo excitante» le contesté yo.»

De Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

     Al final como creo que era ocho de marzo acabamos celebrando en un divertido bar de Confrides el día de la mujer montañera, y retomando el tema de primera hora de la mañana: que si los Capricornio son más activos porque….¿ó eran los Escorpio?…Tauro quizás…Lo que tengo claro es que los Leo debemos tener una actividad sexual muy anodina porque no recuerdo que se nos nombrara en toda la jornada. A lo mejor, me despistaría, pensando como siempre en mis montañas.
Por cierto, Tomás, ¿como decías que era la postura del helicóptero?

     Tenéis un buen album de fotos pinchando en el recuadro de abajo:

Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

En octubre de 2010 volvimos por estos espectaculares parajes. Os dejo algunas fotos más que demuestran la magnitud de este lugar extraordinario.

Os dejo las fotos de la última visita. Pinchad en la diapositiva de abajo.

2010-10-09 Aitana
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17 comentarios en “La Sierra de Aitana y el castillo de Confrides

  1. Pingback: Aitana | Acelobert

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