A mí con el Molló de la Creu me pasa como con el Motrotón de Yátova.
Son dos pequeñas montañas que me han llegado tanto al corazón que… siempre que subo a alguna montaña que puedan estar en su radio de visión…
¡acabo siempre buscándolas con la mirada!
Con el Motrotón me une un fuerte componente emocional porque es la montaña de mi pueblo. Bueno, exactamente Yátova no es mi pueblo, que ya sabéis que soy de Burjassot, pero es allí a donde fui a buscar novia y donde paso una buena parte de mi vida.
El Motrotón es una de esas modestas montañas (apenas supera los seiscientos metros) que por su prominencia sobre el paisaje que la circunda y la perfecta redondez de sus formas, adquiere el cariz de emblemática para sus vecinos y si mi apuras, para cualquier aficionado a la montaña valenciana.
El Motrotón fue testigo de mis primeros escarceos en esto de andar recorriendo montes, cuando uno no era capaz ni de distinguir el nombre de cuatro picos de la Comunidad Valenciana. Lo subí y lo bajé mil veces por todos sus resquicios cuando ni siquiera existía una senda que la ascendiera.
Y ahora que conozco sierras de grandes dimensiones, no la olvido sino la busco como una pequeña ola en este océano de montañas, como ese cercano asteroide entre millones de estrellas.
¡Y mira tú por donde que ahora me ocurre lo mismo con la Sierra Falconera!
Ya os he hablado en otras ocasiones de ella, así que… permitidme que hoy me concentre en el lado más emotivo de esta pequeña sierra… y es que la Falconera…
¡forma parte de mi patrimonio emocional!
Mucho antes de que naciera en mí esa fascinación por nuestras montañas, digamos que… cuando yo estaba… ¡en otras cosas!… yo ya viajaba en dirección Alicante y a mí la autopista (se que algunos pensarán que es un sacrilegio, lo entiendo…) me parecía la carretera más bonita del mundo. Para mí era una fiesta tener que viajar en aquella dirección desde mi Valencia y desde la primera toma de contacto con la Sierra Corbera hasta el Puig Campana aquello es como si me hubiera tocado un asiento vip en el estreno de la más hermosa de las películas.
No se como no me he matado alguna vez… porque el magnetismo que me producían ante mis ojos todo el desfile de estrellas de la alfombra roja de la montaña valenciana, hacía que me olvidara durante una hora de las circunstancias de la carretera. Me sentía como Mia Farrow en la Rosa Purpura del Cairo y como ella… un día di el paso y…
¡me metí en la pantalla!
Y primero quise conocer a los grandes artistas… al Cavall Bernat… al Montduver… el Circ de la Safor… la Bernia… la Aitana… el Montgó… la Gelada… la… la… hasta que un día quiso mi mirada bajar los ojos y…
¡la descubrí…!,
si… ¡la Falconera!…
–Pero hombre, me diréis… ¿con todas las que has nombrado y te has ido a fijar en la Falconera?
–Si, ya se que todas son muy altas y muy guapas… y me gustan mucho… pero ¿os habéis fijado bien en la Falconera?
Entiendo que en un primer momento pueda pasar desapercibida, perdida entre las grandes alturas de sus vecinas, pero si por una de esas te pilla paseándote por las calles de Gandia ó con la cabeza no elevada sino donde tiene que estar mientras uno conduce… y justo a esa altura te viene a la mirada el Molló de la Creu, te sobrecoge el perfecto perfil de una de las montañas visualmente más impactantes que conozco. Y me consta que no somos pocos los que compartimos esa admiración por el «Cervino valenciano» (bueno, si… vale… aquella tiene casi cuatro mil metros más… no os riáis…) pero…
¡no me digáis que en su modestia no os lo recuerda!
¡Es la montaña perfecta!
¿Y por qué forma parte de mi patrimonio emocional?… Pues porque en su día formó parte de mi imaginario montañero… estaba loco por conocerla y no encontraba por donde abordarla… me parecía totalmente abandonada y me extrañaba ese hecho por su proximidad a la ciudad de Gandía. No había libro ni página de Internet que se acordara de ella y con su perfil de infarto se me antojaba que al Molló ni siquiera se pudiera subir sin asumir algún riesgo vertiginoso, que nadie hubiera sido capaz de hacerlo… y por eso…
¡nadie hablaba de ella!…
Tan solo parecía conocida para el mundo por sus increíbles cuevas de cuento que seducían tanto a los aficionados a la espeología que, fascinados por sus tesoros escondidos… ya no tenían ojos para la montaña a cielo abierto.
Y en la lejanía de mi Valencia metí en el baúl de los proyectos la subida al Molló de la Creu.
Quiso uno de los giros de la vida que la montaña me trajera nuevos amigos en la Safor. Y esa otra ola, tan pequeña como el Motrotón, adquirió fuerza en esos mares del Sur que tanto me habían hechizado. Y hacia ella dirigí mi rumbo con Juankar y Elena… mis nuevos marineros… montañeros.
No sé como se sentirá uno cuando logra poner sus pies en la cima del Cervino pero os puedo asegurar que, la primera vez que estuve en la punta del Molló, dentro de la… por supuesto…una vez más… modesta altura, me sentí como cualquiera de los que hayan subido a aquella gran montaña. Si… una vez más os pido que no os riáis de lo que os digo… ya os he dicho que formaba parte de mi imaginario montañero… como el Midí d’Ossou…
¡al que me temo que nunca subiré!
Se trataba de algo emocional y no de realizar la más grande de las hazañas. También os digo que bajar por su cara norte a la aventura no se lo recomiendo ni al temerario Reinhold Messner en su mítico descenso del Nanga Parbat… (bueno, je… je… es una broma pero… si que es complicado… si…).
Y el Molló me regaló a mi amigo Salva, probablemente la persona que mejor conoce hasta el último metro cuadrado de la Sierra… por arriba y por abajo… por la izquierda y por la derecha… en la más alta de sus modesta cimas y… en la más profunda de sus misteriosas cuevas.
Puedo dar fe de ello y tendríais que ver como se encienden sus ojos y como emocionan sus palabras, cuando te cuenta como ha llegado a cualquiera de sus rincones inaccesibles con la misma pasión que aquellos que subieran una vez al Cervino ó aquellos que entraron en la cueva de los sueños olvidados. El sabe transmitirte como nadie la grandeza de las pequeñas cosas, esas que muchas veces nos pasan desapercibidas, pero que el zoom de su mirada las convierte en algo realmente extraordinario…
¡Un privilegio gozar de su amistad!
Y por si no había tenido suficiente, ahora la Falconera me ha traído a un montón de buenos amigos más… a Paco Domingo, a Jose Manuel Roca y a un magnífico equipo de personas que forman su grupo de Rocacoscollá.
¡Qué cosas tiene la vida!… Hace un montón de años, cuando esto de los blogs estaba en periodo de lactancia en Internet, yo ya ilustraba algunas presentaciones de las rutas que iba a recorrer con antiguos compañeros de aventuras, con… ¡las fotos de Jose Manuel!
Aparte de Rafael Cebrián, de Cavanilles, de Esteban Cuellar, de Jose Manuel Almerich…
¡Cuanto he aprendido yo de las páginas de gente como Jose Manuel y su grupo de Rocacoscollá, de Simón Corresendas y de tantos otros que complementaron mis lecturas en años de carestía de información y que me presentaron tantos lugares… que hoy parecen rutina en nuestros proyectos de recorrer todas las montañas valencianas… que me han dado grandes satisfacciones en muy buenos momentos de mi vida senderista… pero que hubo una vez que fueron ellos quienes nos abrieron el camino.
Justo era darles el homenaje de poder yo… bueno… mi amigo Salva, enseñarles uno de las pocas montañas que no conocían y yo tanto quería:
¡El Molló de la Creu y la Sierra Falconera!
Y nada mejor que hacerlo por su mejor ascenso…
¡El barranc del Molló, con las cuevas de la Recambra y de l’Abisme!
Ahora que la Falconera ya empieza a ser una montaña muy visitada dejamos para la vuelta su más popular vía de acceso… el Barranc de les Escaletes, cuya principal dificultad para el senderista foráneo estriba tan solo en encontrar el inicio de su senda.
Decidimos darle un componente más aventurero y elegimos, la opción que a mí se me antoja… como la más impresionante de las subidas a su cima.
También cuesta encontrar su acceso pero luego os dejo un enlace a la web de Paco Domingo, que estas descripciones las sabe desarrollar mucho mejor que yo con todo lujo de detalles… además de que os obsequiará con gráficos, traks para el gps y esas magníficas fotos que yo un día tanto admiraba y tanto…
¡les robaba!
(bueno, ahora ya me siento perdonado y me quedo más tranquilo).
Cuando paséis por debajo de la autopista por la carretera en dirección a Barx, solo tenéis que desviaros en la segunda calle de la urbanización Molló de la Creu. Al final de ella junto a un pequeño aparcamiento privado encontraréis el inicio de la senda.
No es difícil llegar por lo menos a la Cova de la Recambra. Se necesita un carácter un tanto aventurero, pero nos encontramos que, a diferencia de tiempos pasados, el camino parece ahora más utilizado. Ha sido reforzado con alguna marcas de pintura, porque muy cerca de la Cova se han instalado algunas vías de escalada.
Recorriendo la pinada que acoge los últimos chalets de la vieja urbanización llegaremos a la entrada de la cueva Xurra, conocida por una pequeña colonia de quilópteros. Me comenta Salva, que ha entrado muchas veces en ella, que el número de murciélagos de esta especie se ha reducido en los últimos años a causa de la contaminación. De todas formas, al no ser que vayáis preparados para protegeros del polvo, mejor dejáis la visita para otro día.
A partir de este momento solo os debéis dejar llevar por el sentido común, buscando las paredes de la derecha del barranco, y mientras cogéis altura admirando el mar y la ciudad de Gandia, acabaréis en la Cova de la Recambra.
Esta cueva, más que por sus formaciones, un poco deterioradas por las visitas, es conocida por haber sido refugio de algunos de nuestros primeros pobladores y algunos de sus vestigios pueblan parte de nuestros principales museos. A la entrada natural se accede por su parte superior, ya que, aunque en este momento no lo veamos, en realidad tiene dos alturas y hacia ella fuimos a encaminar nuestros pasos.
Ojo a los que os atreváis a seguir el camino de subida porque aquí se acabaron las marcas. A partir de ahora hay que cuidarse de las piedras y de las alturas. No tiene ninguna dificultad para cualquiera habituado a moverse en la montaña pero hay que extremar los pasos.
Abandonáis la cueva por el lado izquierdo de llegada, abrazados a sus paredes y dando un pequeño rodeo para trepar hasta la altura superior. En realidad es todo mucho más sencillo de que parece. La cavidad superior es un enorme mirador al vacío del barranco pero es como tener el mejor sitio en el balcón del Ayuntamiento de Valencia para la mejor mascletá de sensaciones. Ah, eso sí, la compañía… y más si podéis daros un lujo de amistades como yo… será sin lugar a dudas mucho mejor.
Queda sin duda lo más difícil pero quizás también lo más divertido: encontrar ahora la Cova d l’Abisme y llegar sanos y salvo a la cumbre del Molló.
Venga, va… que no es tan difícil… solo tenéis que situaros en lo alto de la Cova de la Recambra, quedaros mirando el Molló e ir superando todas las pequeñas trepas y vértigos de cuarta categoría, mientras lo rodeáis a media altura por su lado izquierdo. Cuando os situéis justo debajo de sus enormes paredones, tenéis que estar atentos a una «garrofera sospechosa»… como bien le gusta decir a mi amigo Salva… cuando busca las cuevas en su Google Earth.
¡Justo ahí tenéis la entrada a la Cova de l’Abisme!
Merece la pena su visita, de fácil destrepe y recorrido circular hasta su… «abisme». En nuestro caso fue un gran momento de fraternidad, de concurso por la mejor toma fotográfica del día y de tenernos todos mucho más cerca que en la penosa subida.
Y entre risas y chistes (alguno no estuvo a la altura exigida para el prestigio senderista… al chiste me refiero… je…je… no diré nombres…) abordamos la parte final de la subida al Molló. Insisto en que le busquéis la lógica montañera a su ascensión y nunca vayáis por su derecha.
Y al fin llegamos a la puntita del Molló, que es bien ancha y que invita a la fiesta porque ya no están solo tus nuevos amigos sino los viejos de toda la vida como el Montduver, el Penyalba, el Montgó, el Benicadell, la Serra Grossa, el Circ de la Safor y buena parte del estrellato del que os hablaba por lo menos hace media hora. ¡Qué gran momento para mi vida senderista!… ¡Ellas… las de toda la vida y… ellos… si, también… los de toda la vida!
Y ahora, cuando conduzco en dirección al Sur y paso a la altura de la Sierra Falconera… creo ver a mi amigo Salva… encaramado en aquella perdida e imposible roca…
Y ahora, cuando subo a la más alta de nuestras cimas… ya no busco solo a mi Falconera ó mi Motrotón… ahora afino aún más mi vista porque… se que en ese mar de montañas… en cualquier ola de ese océano de rocas… seguro que se encuentran, subiendo alguna de ellas, mis amigos Paco Domingo, Jose Manuel y su inolvidable grupo de Rocacoscollá.
Tenéis acceso a las crónicas de mis anteriores visitas a la Sierra Falconera:
https://acelobert2010.wordpress.com/2010/04/19/mollo-creu-serra-falconera-gandia/
y
https://acelobert2010.wordpress.com/2010/11/08/serra-falconera-mollo-creu-cova-recambra/
y, por supuesto, al blog de mi amigo Paco Domingo:
http://pacosubeybaja.blogspot.com.es/2013/02/la-serra-falconera-el-mollo-de-la-creu.HTML
Y por último una foto con el trazado de la ruta:
Joder (con perdón…) Paco, mira que transmites sentimiento y emoción en tu crónica. Coincido plenamente con tus sensaciones para con esta montaña.
Y gracias por tus comentarios. Pocas cosas como la montaña te descubren personas como tu,…y como Salva, como MªJosé o como Rafa. Un verdadero placer el haberos conocido.
Un fuerte abrazo en mi nombre y en el de mis compañeros de Rocacoscolla.
Tu amigo, Paco.
Y … a pensar en la próxima.
Un abrazo, Paco y para todos vosotros. ¡Seguro que nos quedan más días como estos!
¡Hola Paco!, como siempre excelente crónica, qué bien transmites y contagias tus sentimientos por las montañas, es un placer leerte.
Ya ví en el Blog de Paco Domingo (con el que también he compartido algunas rutas), que os juntásteis buena «Colla», dando a conocer una muy bonita montaña y que poco a poco, entre todos, se le conocerá más.
Un abrazo
Simón
Tus elogios… emocionan, Simón… creo que también queda claro en la crónica lo agradecido que yo también te estoy.
Después de leer tu crónica de la nueva senda de Cortes se me ocurre que el barranco de Francho, que lo tengo hablado con Paco, sería una buena oportunidad de conocernos.
A mí me hace mucha ilusión, conozco muy bien la ruta y estoy seguro que sería una jornada inolvidable.
Un abrazo.
Salut i montanya.
Vaya Paco viendo las fotos que traes y leyendo la pasión que pones en describir este sierra no me extraña que te guste tanto. ES muy bonita y encima por si fuera poco la belleza del exterior veo que en el interior esas cuevas esconden una belleza equiparable. Estupenda entrada Paco me has dado muchas ganas de visitar esta zona.
Saludos
Todo se andará Jose. Ya sabes que cuando tú quieras no tienes más que decirlo y enseguida te montamos una.
Un abrazo.
Salut i montanya
Què llàstima, em va convidar Juankar a anar i tenia un compromís inevitable (l’aniversari de la sogra!!!, jeje), no res a l’altra, m’he quedat amb les ganes perquè l’última vegada que hi vaig pujar per ahi tindria 14-15 anys, només recorde l’interior de la cova Xurra 😮
Salutacions, una magnífica crònica amb sentiment!
Oscar, no deuries de deixar de coneixer de nou esta putjada, perque en la meva opinió es la mes impresionant al Molló. A nosaltres no ens importaría acompañar-vos. No teniu mes que dir-ho. Total, ho teniu «a un tir de pedra». Salut i montanya.
¡Hola Paco!, cuando puedas y lo tengas claro lo del Barranco del Francho me lo dices y casi seguro que la montamos, mi correo: simonsol@msn.com
Un abrazo
Simón
A mi no me cabe la menor duda. Un abrazo
Buenas tardes, vivo justo frente al Molló de la creu, día tras día me quedo mirándolo y preguntándome si algún día podría estar sobre él. Estoy siguiendo vuestros blogs, y me fascinan, pero me frena mi falta de práctica montañesca.
Me encantaría poderme unir a vosotros en vuestra próxima subida, agradecida por ello os invitaría a comer, con el rico sabor de un horno de leña, con vistas hacia La Falconera – Molló de la creu. Mi correo electrónico es: infofalconera@gmail.com
Os lo agradecería de corazón, muschísimas gracias de antemano.
Saludos
Caray, de verdad que parece una oferta tentadora. El Molló es una de nuestras montañas recurrentes y a la que guardamos un especial cariño. No dejamos de saludarlo desde ninguno de nuestros picos. No tenemos previsto subirlo a corto plazo pero puedes tener la seguridad que cuando volvamos a hacerlo contaremos contigo. Un saludo y muchas gracias por tus palabras.
Hola, me llamo Angel Luis. Genial el reportaje. Me gustaría este fin de semana realizar la ruta y visitar las cuevas de la Recambra y del Abisme. Pero me da un poco de respeto las cuevas. ¿Son muy complicadas? ¿Tenéis algún mapa de las mismas?
Gracias por tus bonitas palabras. No te preocupes por las cuevas. La de la Recambra te saldrá al encuentro Pero recuerda que el acceso está por la boca superior. La del Abisme es la que está un poco más escondida pero si sigues la orientación de lo que explico llegarás a encontrarla. no tienen ningun problema para visitarlas, no tengas ningún miedo. Por lo que tengo entendido ahora esta ruta que entonces era inédita ahora está muy pisada y no creo que encuentres ningún inconveniente para realizarla. Sobre todo, una vez que estés en el barranco, que el Molló te quede siempre a tu derecha hasta que llegues arriba. suerte y que la disfrutes
Muchísimas gracias!!!1