En este apartado rincón de Cuenca, cercado por las tierras de Teruel y Valencia, han diseñado un par de senderos que quitan la respiración: el PR-CU 12 ó Sendero de Orchova y el PR-CU 13 ó Sendero de Higueruelas, ambos centrados en aquellas míticas sendas que los vieron andar. Y por si esto fuera poco, que desde luego no lo es, en medio de ambos han levantado el PR-CU 11 ó Sendero del Agua, de una belleza arrebatadora y que tiene, como eje central, al río Turia y los manantiales que lo alimentan.
Doce horas de nuestras vidas, sin apenas descanso, que nos llevaron combinando algunos de los senderos de los que os he hablado antes con otros producto de la improvisación, desde la población de Santa Cruz de Moya a la cumbre del Cerro Moreno, pasando por la aldea de La Olmeda (a donde fueron bajados en mulos los irreconocibles cadáveres), la bucólica vega del río Arcos en los Rentos de Orchova, la aldea de las Rinconadas y él idílico camino de vuelta por el Sendero del Agua.
Habíamos planeado recorrer todo aquello por un interés histórico y nos tropezamos con una de las mejores rutas de montaña que hemos hecho en nuestra vida. A aquello, desde el punto de vista ya solo montañero, no le faltaba de nada: buenas montañas, bosques, enormes rodenos, fantásticas formaciones, ríos, inmejorables caminos…pocas veces le doy un diez a una ruta y mira que suelo ser generoso con todas, pero a ésta le dí un diez superlativo… Dedicad por lo menos un día de vuestras vidas a estos caminos, no os decepcionará a nadie, ni al más desinteresado por la historia, y a lo mejor os pasa como a nosotros: que decidís repetir y seguir conociendo más de estos fascinantes parajes.
Asi que, con ánimo de convertirla en una cita ineludible de la primavera, ya estábamos allí el otro día, acompañados de nuevos amigos, que no nuevos para nostros, pero sí ya incondicionales para futuros planes montañeros por estas tierras. Ahora, con el conocimiento del terreno por la experiencia del año pasado, decidimos ser menos ambiciosos en los objetivos del día y disfrutar relajadamente de los mejores rincones del Sendero de Orchova. Dejamos nuestro coche en la pista que recorre las riberas del
Río Arcos, y con el ímpetu de la impaciencia, en pocos minutos ya estábamos junto a las marcas del camino: ¡No había tiempo que perder!
No sé como será la vega del Arcos en otra estación del año, pero recorrer sus sendas con la luz de la primavera, sobre todo por la tarde, como he podido ya comprobar en dos ocasiones, te reconcilia con la vida. Es sencillamente…majestuosa y solo por tener la ocasión de andar por aquí, ya merece la pena acercarse a estas remotas tierras. Eso si, el caminante encontrará un par de problemas: hay que cruzar el río en dos ocasiones. No sé como serán las aguas de la Antartida, pero cruzar el Arcos, no una sino dos veces, con la temperatura de sus aguas ya necesita un poquito del valor de los héroes que hoy honramos.
Una vez superamos el Molino de Orchova las marcas nos conducen a través de un bonito bosque a la larga pero maravillosa subida al Cerro Moreno, atravesando uno de los más fascinantes parajes de montaña que uno ha tenido ocasión de caminar: El Rodeno. En un entorno muy similar al
barranco Cabrera de nuestra querida Alfondeguilla, con las enormes rocas rojas mojadas por las últimas lluvias y caprichosamente suspendidas sobre el vacío, la frondosa vegetación, la importancia del paraje para la guerrilla, con un par de avances de su campamento,,, todo hizo que nos subiera enormemente la excitación hasta ponernos la carne de gallina. Fue entonces cuando Jose se me acercó:
-«Paco, este lugar me enamora. Quiero que cuando me muera me entierren aquí»
Sus palabras me emocionaron.
-«Pero, hombre, no te pongas así, que para eso aún queda mucho tiempo».
Tardé en contestarle.
-«No, Jose. Si no lloro por eso…Lloro porque, si no hubiera sido por el sacrificio de aquella gente, probablemente nunca hubiéramos conocido un lugar de tanta belleza como éste».
Con rabia, compartiendo mil historias y anécdotas de la guerrilla, nos subía la adrenalina. Mil veces se cerró y abrió el cielo en la intensa y prolongada subida. Nos mojamos y nos quemamos por el sol pero ya nos importaban un bledo los caprichos de la climatología. Más tuvieron que pasar y durante años aquellas personas, y cuando llegamos a la cima, al igual que ocurriera el año pasado, una profunda emoción nos enajenó el alma. Jose se llevó una mano a su mochila…
Hay quien lleva su bandera a un estadio deportivo…
hay quien la izó en su primera visita a la Luna…
hay quien la levantó en las playas de Iwo Jima…
y nosotros, en la cima del Cerro Moreno…
clavamos, con orgullo su bandera…
…¡la bandera republicana!
Con pasión enfermiza repasamos los rincones testigos de aquella salvajada perpetrada por quienes debían ser agentes del orden pero sumieron a este país en el más terrible de los desórdenes emocionales.
En la larga y oscura noche
la luz de una pequeña velita
se encendió en Cerro Moreno.
No fue el soplo inocente de un niño…
Hizo falta el viento de un ciclón
para apagar… la llama del anhelo.
Quisiera creer en Dios,
quisiera creer en su infinita justicia,
para ver la cara de chasco de muchos,
cuando llamen a las puertas del Cielo.
Y con el ánimo encendido nos dejamos caer al Collado Raso mientras, paradojas del destino, nos caía encima no una lluvía de metralla pero, si, una tormenta de piedra helada, con el testigo silencioso, una vez más, del imponente y maravilloso paisaje que nos embriagaba.
En la larga y oscura noche,
fueron muchos los que se marcharon al monte.
«¡Algo habrían hecho cuando tuvieron que huir!»
No, amigo…¡es que estaba todo por hacer!
Dedicado a la memoria de todas esas personas que murieron ó sufrieron por pensar cincuenta años por delante de su tiempo.
Si os apetece, podéis leer la crónica de la ruta del año pasado por estos mismos parajes, pinchando en el enlace de abajo:
Tenéis un pase de diapositivas de la ruta pinchando en la foto de abajo
7 comentarios en “Senderos de la Memoria – Orchova – Cerro Moreno y el Rodenal – Santa Cruz de Moya”