Una de las experiencias más enriquecedoras de todos estos años recorriendo las montañas de la Comunidad Valenciana es la posibilidad de ir conociendo todos los rincones de nuestra historia.
Ruinas, castillos, caminos empedrados, neveros, refugios, cuevas… todo cuanto sale a nuestro paso, testigo silencioso de un largo pasado casi siempre ignorado y con el que, el montañero curioso, va construyendo un enorme puzzle del que todas estas piezas son importantes y dan forma a este enorme legado cultural, del que las montañas son una parte esencial de nuestra historia.
Hace unos años, cuando uno aún no se había tirado al monte, podía presumir de conocer toda la historia del antiguo Egipto y de las grandes civilizaciones, del medievo y los tiempos modernos, pero era un auténtico analfabeto de la cultura que tenemos más cerca.
¡Qué enorme satisfacción tenerlo todo tan próximo y a la vez que disfrutamos con nuestras montañas poder ir completando ese enorme rompecabezas!
Todo eso me venía a la cabeza cuando recorríamos el impresionante camino de carros ó “camino hondo” que daba acceso a la antigua ciudad ibérica del Castellar de Meca. En numerosas ocasiones nos habíamos topado con los romanos, con los arabes, con los moriscos, con los carlistas, con los maquis, con los restos de las batallas de la guerra civil, con…
y ahora…
¡los íberos!…
¡que magnifico lugar!…
¿cómo puede ser tan poco conocido este paraje?
En una muela aislada solo unida por una amplia cresta (a modo de istmo) a la sierra del Mugrón los íberos construyeron una ciudad de quince mil habitantes, que era una auténtica atalaya natural que apenas necesitaba reforzar con algunas murallas…
… y para que los carros pudiera acceder a ella se diseñó una impresionante obra de ingeniería: un amplio camino que salva los varios cientos de metros de desnivel en muchos momentos cavando sobre la misma piedra. Aún puedes ver las marcas de las rodadas de los carros entre paredes que en ocasiones llegan a los cuatro ó cinco metros, con esa increíble curva final de acceso a la ciudad.
De veras, algo sobrecogedor.
Puedes ver las ruinas poco excavadas de la ciudad, los enormes aljibes, los graneros, los hornos, los restos de las viviendas…
Nunca ha habido interés de las autoridades en sacar a la luz todo esto, dejándolo casi siempre en manos de furtivos, que vete a saber tú todo lo que habrán encontrado en una ciudad de estas características.
¡País…!
Y no solo las ruinas, la vista es de las que no se olvidan.
¡Un lugar realmente mágico!
Y no es facil visitarlo, el Castellar está en terrenos privados y sus dueños solo permiten acceder a la ciudad los domingos hasta las 14 horas, previo pago de cuatro euros por cada coche.
No es facil hacer la travesía del Mugrón. Toda la sierra es privada y los diferentes dueños no facilitan la labor. Hay que convencerles de tu buen fin para que te permitan el paso (dicen estar cansados de furtivos, de quads, de cazadores, de gamberros y de mil cosas más).
A causa de estas restricciones la senda que comunicaba con el Rincón de San Pascual, como Jose pudo comprobarlo otro día, se ha perdido. Así que debimos trasladarnos en coche hasta la finca de “El Heredero” (junto al hotel rural “El Romeral”) en las cercanías de Alpera.
Fuimos testigos de alguna actitud que ha llevado a la posición adoptada por los dueños: un personaje dijo que a él no le gustaba andar y se empeñó en subir a la sierra con su furgoneta (no llegó muy lejos…). Nosotros lo hicimos andando por un camino que no dejaba ninguna duda y en media hora estábamos allí.
Otro lugar mágico: una enorme roca horadada, que apenas se sostiene por uno de sus lados en pleno centro del valle de San Pascual.
Subimos a la cueva que vigila el valle. No guardaba nada especial salvo la espectacular vista.
Nueva muestra de vandalismo con una pintada en la parte posterior de la fenomenal roca. A sus pies, unos jeroglíficos que algunos discuten sobre su significado espiritual, otros que si son marcas extraterrestres, otros que si eran los pastores de las Mestas…
¡Espero que encierren la fórmula mágica que haga desintegrarse al malnacido que hizo la pintada!
Nos faltó desplazarnos hasta la cumbre del lejano Mugrón pero eso será otro día. Jose se quedó tan prendado del lugar que volvió en un par de días.
Ya sabemos que lo de él no tiene remedio pero
¡a la tercera yo me apunto!
Tenéis un album completo de la ruta pinchando en la foto de abajo:
Imprimir y otras opciones
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado
También es casualidad que os animarais a pasar por esta ruta justamente cuando yo no puedo ir, pero no pasa nada porque seguro que no os cuesta demasiado repetirla en algun otro momento. Hace tiempo que oi hablar Del Castellar de La Meca, y me quedé fascinado con el trabajo que realizaron los íberos, con los caminos excabados en la roca, etc…
Comentar también que cerca de Olocau hay un poblado íbero de similar importancia, aunque de menor tamaño.
Bueno sin más decir que echo de menos la montaña, y vuestra compañia en ella.
Un saludo…
Manolo