Vallibona – Cañón del río Cervol – Barranco de la Gatellera

       El día se presentaba triste porque, después de disfrutar de tan grandes momentos este año, hoy había llegado el momento de decir adios y hasta después del verano. Y era triste también porque pocos habían acudido a la despedida por desinterés ó a causa del estrés laboral al que te someten esas máquinas de matar que son las empresas en estos últimos días antes de las vacaciones. Solo cuatro…bueno, cinco: Paco, Ana, Segarra, Vicente… ¡y Javier!
        Nos esperaba un largo camino hasta las tierras del Maestrazgo, pero el aumento de las temperaturas de estos días y sus molestos vientos de poniente nos hacía aumentar el grado de ansiedad ante la posibilidad de sumergirse en las frías pero cristalinas aguas del Cervol.
        Nada más abandonar las grandes paredes de los edificios de la ciudad y el mar de gigantescas grúas que lo ciegan todo, el horizonte de la Calderona nos sorprendió con enormes y negros nubarrones. A la altura de Castellón, como una maldición, las nubes reventaron y hubo agua para todos.
¡No nos merecíamos esto!
      Decidimos continuar porque siempre podríamos acabar en Morella con un buen asado de despedida.
      Rebasamos el puerto de Querol e iniciamos la subida que atraviesa el macizo del Turmell para llegar al collado que da paso al descenso a Vallibona.
Y nada mas rebasarlo nos recibió una vista de las que quitan el hipo.
      Un precioso y verde valle con una fenomenal brecha que formaba el majestuoso cañón del Cervol y allí, enfrente, como estampada contra el espectacular barranco de la Gatellera, estaba nuestro destino:
¡Vallibona!
      Y detrás, como enmarcando el maravilloso cuadro las idílicas moles de la Tinença y los puertos de Beceite y Tortosa.
      Allí estábamos, en la plaza de Vallibona, con nuestros bañadores y zapatillas de agua, bajo la lluvia.
¿Y ahora qué hacemos?
¡No hemos traído impermeables ni mas ropa!
      Una visita al bar, cuatro risas y un par de carajillos nos hizo cambiar la visión de las cosas. Volvimos contentos a la plaza y a lo alto el Turmell nos guiñaba el ojo, el gr-7 nos prometía horas y horas de desenfreno senderista, la Gatellera nos mostraba sus encantos y el Cervol, el efebo virgen de la montaña valenciana, nos miraba pícaramente, se escondía entre los árboles y…
¡aullaba para que acudiéramos a su encuentro!
      Nos pusimos los cuatro a cien… pero no nos conformamos con una sola opción, nos daba igual femenino que masculino, y elegimos: la Gatellera y el Cervol.
¡Aquello fue una orgía montañera!
      Y disfrutamos tanto que…
¡volveremos!
¡lo queremos probar todo!
      Subíamos por la pista que asciende a la Gatellera y ya no recuerdo si llovía, pero seguro que estábamos «mojados» ante el extraordinario paisaje, un apocalíptico mar de piedras blancas que se precipitan sobre una prodigiosa garganta.
     ¡La montaña es una puta que no le hace ascos a nadie!
      Hay quien se acuesta un día con ella y no vuelve a verla…
hay quien no se acuerda de telefonearla más a menudo…
y hay quien enloquece con ella y repite, repite…
y nunca acaba de saciarse porque…
siempre te sorprende con cosas que jamás soñaste.
     Queríamos más y fuimos a la busca del Cervol. Y aquello fue el delirio. Primero nos recibió con una sesión de masoquismo, sus hierbas nos arañaron hasta que no soportábamos el dolor. Luego nos roció con su agua fría para templar el dolor. Y luego nos sumergió en bosques de ensueño mientras nos cantaba canciones que te hacían derretir de placer. Espesos encinares de una humedad desbordante junto al murmullo de los saltos del agua. Y llegamos al orgasmo en un lujurioso paraje:
¡el molí del Rico!
¡Ah, cojones, no son tontos estos ricos!
Yo en un sitio así tampoco hubiera trabajado en la vida.
      Teníamos que llegar aún a la Font de la Doncella que estaba a una hora y alguien dijo que ya no podía más, que ya no se le levantaba… que era tarde y tenía que volver a casa, que si no le acabarían descubriendo…
      El cielo quiso que volviéramos duchados y aseados. Nos vestimos en la plaza y borrachos de recuerdos nos subimos a los coches.
      A medida que ascendíamos el puerto por la sinuosa carretera, las conversaciones se entrecruzaban hasta convertirse en un alegre murmullo en mi cabeza. Volví la vista para despedirme del valle y como una ensoñación se amontonaron en mi mente los recuerdos de tan buenos momentos vividos a lo largo del año:
      los Organos de Benitandús, el Portell del Infern, el barranc de Salt, el barranc del Infern, los cañones del Jucar, los cañones del río Ebron y el del Arcos, el castillo de Castro, el barranc de Eslida en Alfondeguilla, la gola de Luzino, ¡els Frares y la Serrella!,  los castillos de la sierra de Irta, el Carcalín, les Jovades, la peña Cortada, la rambla Alcotas, el clot de la Encantada…todo en pequeños fotogramas que pasaban deprisa como en la última escena de Cinema Paradiso…
      La niebla empezó a descender rápido desde el Turmell hacia el fondo del valle hasta ocultarlo todo de blanco…
¡era como si alguien hubiera decidido correr lentamente el telón, en tan magnífico escenario, a una inolvidable temporada!

Podéis ver un pase de diapositivas pinchando en la foto de abajo:

2007_06_16 Vallibona

Unos años después volvimos a Vallibona a disfrutar de otra maravillosa jornada de montaña. Os dejo el enlace y las fotos:

https://acelobert2010.wordpress.com/2009/11/17/vallibona-el-turmell/

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2 comentarios en “Vallibona – Cañón del río Cervol – Barranco de la Gatellera

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