PRESENTACION:
El sábado 10 tenemos una cita con una de las montañas más majestuosas de la Comunidad Valenciana:
La Serrella. Y ascenderemos al pico más alto de la sierra:
El Pla de la Casa.
Os sabéis de memoria todos los picos de los Pirineos y
la Serrella la tenemos a una hora y pico de casa. Yo estoy seguro que después de esta excursión vais a querer volver y seguir conociendo hasta el último rincón. ¡Chicos, no tiene desperdicio!
No voy a ocultaros que esta ruta es quizás la que tiene hasta ahora el mayor cariz montañero de las que hemos hecho juntos. El desnivel a salvar es considerable (800 metros) pero no creáis que todo el esfuerzo solo tendrá premio al final en el pico con la típica vista aérea del entorno: la ruta es excepcional desde el principio.
Nos dirigiremos en primer lugar a
Quatretondeta (hay que desviarse antes de llegar a Alcoy) y desde alli ascenderemos a la sierra por una senda que atravesará un paraje extraordinario:
«Els frares».
Estos son una alineación de monolitos u obeliscos gigantes, como agujas pétreas monumentales, que os resultarán fascinantes. Un paisaje digno de la Capadocia, de paredes grises y rojas, invadidas por la vegetación que trepa por sus paredes, y todo en medio de un tupido encinar. Una auténtica reliquia que no debes dejar de conocer.
Seguiremos por una empinada canal y el paisaje se irá haciendo cada vez más grandioso, digno de lo mejor de la alta montaña, hasta acabar en la «mascletá» general en
el Pla de la Casa, con una inolvidable visión de las sierras de
Aitana, Xortá, el valle de Guadalest… Tengo la impresión de que hasta la amiga Ana solicitará inmediatamente su alta como socia de honor en el club de fans de la montaña alicantina.
Como me temo que más de uno se va a cagar aquí os dejo varias razones por lo que no os la podéis perder:
-No vais a oir un solo petardo en todo el día.
-La semana pasada leí el siguiente titular en un blog de montaña: «un grupo de jubilados corona el Puig Campana» (bastante más empinadito que
la Serrella). No me hagáis escribir otro a mí que sería «un grupo de jovenes se acojona y no suben al
Pla de la Casa«.
-La
Serrella tiene el placer de los secretos bien guardados y que solo disfrutan unos pocos.
Como siempre, a las 8 en la casa de la Cultura de Burjassot.
CRONICA:
La semana empezó rara. En la salida a
los Cañones del Jucar habíamos llegado a ser 16. Fue anunciar como siguiente salida
La Serrella y un desnivel de casi mil metros y el teléfono de mi casa no dejó de sonar: que si yo trabajo, que si a mi no me gusta perderme ninguna mascletá, que si estoy malita, que si a mi se me ha muerto el gato… No se si pensar que todo era una casualidad pero a punto estuve de cancelar la salida. La llamada esperanzadora de Tomás y el apoyo contínuo de la fiel Ana hicieron que tiraramos «pá lante». Antes tomé cartas en el asunto y como el mes de marzo me había salido quizás excesivamente montañero anulé la salida del día 24 al
Benicadell y la cambié por otra prevista para más adelante que será al espectacular
cañon del río Cazuma en
Bicorp.
Enseguida la centralita telefónica de mi casa echaba humo: que si yo ese sábado no curro y si que iré, que si yo ya me habré curado, que yo ya habré arreglado lo del testamento del gato… En fin no echaré más leña al fuego… bueno, ahora que estáis todos giraos de espalda os lo digo: ¡cagaos!.
Como os decía solo acudimos tres a la cita: la incombustible Ana, que esa no falla aunque la atropelle una apisonadora, un servidor y el feliz reencuentro con el amigo Tomás, con el que hacía mucho tiempo que no me veía y fue todo un placer poder compartir esta maravillosa ruta con él.
Bien pronto, no hubo retrasos, nos encaminamos a
Quatretondeta, donde mientras almorzabamos ya nos saludaban firmes los inmensos monolitos de la
Serrella:
Els Frares.
Decidimos dejar el sendero prv 23 para la vuelta y como toros nos encaminamos directamente hacia
Els Frares por la inmensa pedrera que terminaba a nuestros pies (la llamada ruta Rafael Cebrián).
Fue dura, muy dura la subida pero el espectáculo que se abría ante nuestros ojos lo hacía olvidar todo. Chicos, yo he estado en la Capadocia y esto no le tenía nada que envidiar, salvo el desnivel. Allí visité aquella maravillosa región entre miles de turistas y esto lo teníamos para nosotros tres solos. Fue realmente fascinante. En el album de fotos tenéis decenas de fotos que seguro que no le hacen ningún favor al mágico lugar. No entiendo ni papa de antropología pero seguro que en algún tiempo esto fue el santuario mítico de alguna tribu. Aquí Obelix se hubiera vuelto loco con tanto pedrusco, aunque tras la penosa subida eran
los Frares los que decían «están locos estos valencianos».
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Pero nosotros no teníamos poción mágica para continuar. Asi que eché mano de unas naranjas que me había dado mi cuñado y aquello nos sentó como a Popeye las espinacas. En dos zancadas (bueno, quizás fueron cuatro o venticuatro) subimos a la cima de nuestro primer «mil trescientos»,
la Peña de L’Heura. El horizonte se empeza a abrir en todas direcciones y a nuestros pies quedaba el siguiente objetivo:
el collado Borrell.
Una rápida senda de descenso nos situó a los pies del inmenso Pla de la Casa con sus 1379 metros. Había que subir una nueva pedrera para salvar otros trescientos metros de desnivel.
Y subimos, ¡vaya si subimos!
A mi se me atragantó un poco al principio, luego el tabaco me empezó a hacer mella, solté una tos tan fuerte que un cuarto de pulmón salió disparado y se fue a encalar a las antenas de Aitana.
Cuando volví a toser, otro cuarto de pulmón fue a parar a la cumbre del Benicadell. Pensé: bueno ya lo recogeré dentro de quince días cuando vayamos, pero de repente se me apoderó el terror, había cambiado la ruta del 24 y ya no sería posible. Me sobrepuse y pensé que ya lo arreglaría mi neumologo con los adelantos de hoy en día.
Un helicoptero sobrevolaba el valle de Seta. Pensé «¡que eficacia, deben ser los del transplante! pero no, debía ser los de Tráfico o no supieron encontrarme.
Conseguí reponerme gracias a la animada conversación de Ana y juntos tiramos para arriba. Lo malo es que tanto hablar del «tomate» (dios mio me estoy haciendo un marujo) nos equivocamos de camino y nos subimos a otro pico. Al llegar no me lo podía creer, allí ni había nevero, ni cruz (siempre he pensado que las cruces de los picos deben ser las de algun senderista fumador muerto). Total que vimos a lo lejos lo que debía ser
el Pla de la Casa y como si me fuera la vida en ello para allá que nos fuimos. A sus pies nos esperaba el amigo Tomás que ya había comido y se estaba echando una siesta (como la liebre del cuento, así marchaba el chico).
Comimos al refugio del fabuloso nevero y sacando fuerza de flaqueza nos encaminamos a escalar las últimas piedras que nos quedaban.
Reventado llegué a la cima.
El panorama era sublime. Todas nuestras montañas favoritas nos saludaban en formación (Montcabrer y Mariola, Benicadell, el circo de la Safor, Montgó, el Cavall Verd, el Cocoll y la sierra del Carrascal de Parcent, Xortá, Bernia, la Mallada del LLop, la serra Gelada, Aitana, hasta me pareció ver aupado al final para que se le viera al Cabeçó D’Or.
Me dije: «que buen sitio para morir«. Me dispuse a encender mi último cigarro (como el amigo del chico en las películas de mi tiempo) pero de repente se levantó un viento huracanado, todas mis amigas las montañas soplaron en mi dirección y apagaron el mechero como en una tarta de cumpleaños y me dije «yo con este aire no me muero«. Guardé el mechero, guardé el cigarro y les dije a Tomás y a Ana: chicos nos esperan las mejores cervezas de la vida en Quatretondeta.
Al final lo mío quedó en una cocacola por aquello de «la chispa de la vida».
Puedes ver un album precioso de la ruta pinchando en la foto:
Hemos vuelto en otras ocasiones a esta grandiosa sierra y a sus inmensos paisajes. Os dejo un enlace con todas las crónicas y las fotos:
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5 comentarios en “La Serrella – Els Frares, la Peña de L’Heura y el Pla de la Casa”